Con anterioridad habíamos citado esta puerta, uno de los cuatro accesos principales a la Alhambra en época medieval, al hablar del corral de cautivos de la loma de Ahabul y al recordar la voladura de 1812 en que fue destruida. Puede que hayamos pasado muchas veces ante ella, en el Paseo del Generalife, sin percatarnos de su existencia debido a las modificaciones que con el tiempo sufrió la zona. El cubo artillero construido en el siglo XV en su delantera es responsable en gran medida del ocultamiento de esta puerta, la más monumental que existió en la fortaleza. Vamos a profundizar ahora un poco más en su historia y arquitectura.
Loma de Ahabul, al fondo a la izquierda la Puerta de los Pozos.
Grabado de Frans Hogenberg, "Civitates Urbis Terrarum"
Su nombre, Bab-al-Guduz o “puerta de los pozos”, hace referencia a los silos que, como vimos, existían en sus cercanías. También se la ha conocido con los nombres “de Sierra” y, el más famoso, “de Siete Suelos”. Este último vino motivado por la creencia popular de que ese era el número de plantas que tenía el citado cubo de artillería. Hace más de medio siglo, entonces no estaba tan bien custodiada, los niños granadinos se atrevían a entrar en sus ruinosos subterráneos tratando de averiguar si en verdad eran siete como decían las leyendas. Su construcción, sobre una puerta anterior más modesta, se debe a Yusuf I (1332-1354), uno de los gobernantes nazaríes más prolíficos que nos legó entre otras la que nos ocupa, la Puerta de la Justicia o el Palacio de Comares.
Es una puerta de las llamadas “en recodo”, haciendo el pasadizo interior dos quiebros entre ambos accesos. Su fachada exterior abierta hacia el Sur se ejecutó íntegramente en mármol blanco, lo cual nos da cuenta de su importancia. En esta se abre un arco de herradura adovelado ligeramente apuntado en el que aparecen alternativamente dovelas rehundidas y resaltadas. Apoya este en semicolumnas adosadas al muro. Enmarca el arco un alfiz que define las hoy vacías enjutas que presentaban originalmente decoraciones de ataurique. Se remata con dintel con la misma disposición de dovelas que el arco. Sobre este existió hasta 1812 una inscripción con el lema de la dinastía nazarí, “solo Dios es vencedor”, completado con una franja de azulejerías. Un segundo arco, también pétreo, define el espacio destinado a alojar las robustas puertas forradas de plomo. Dos torres de veintidós metros de altura aportan solidez al conjunto. En el reconstruido arco que da salida al Secano de la Alhambra, de ladrillo visto, se aprecian restos de la fábrica original en piedra.
Era este el acceso a la zona de los talleres artesanales de la medina alhambreña, además refieren las crónicas medievales que en la explanada exterior se desarrollaban justas y paradas militares como la celebrada el 24 de abril de 1478 por Muley Hacen. Era por tanto un símbolo del poder nazarí, el visitante debía quedar impresionado ante su contemplación. Por desgracia el “Invasor” borró con pólvora la imagen de esta puerta que, reconstruida en los años sesenta del siglo XX, hoy solo es reflejo de su pasado esplendor. Sus bóvedas quedaron hundidas, sus torres semiderruidas, todas las decoraciones y el propio arco perdidos.
El baluarte del siglo XV corresponde a las obras de fortificación y adaptación para la defensa mediante artillería que llevó a cabo en Conde de Tendilla por mandato de los Reyes Católicos. A él se accede por unas escaleras a través de unos huecos practicados en su terraza superior. Presenta una planta semicircular, cubriéndose con bóveda de un cuarto de cañón de ladrillo. Contradiciendo a las leyendas, son dos y no siete las plantas que presenta esta construcción. En sus paredes se abren grandes espacios destinados a alojar los cañones cuyas troneras aun abiertas en algunos casos son claramente apreciables desde el exterior.
Las leyendas han sido especialmente fecundas con la Puerta de Siete Suelos envolviéndola de sabor romántico, de ellas dio buena cuenta Washington Irving en su obra. Relata en ella como Boabdil la escogió para salir por última vez de la Alhambra, quedando después clausurada para siempre en su recuerdo. También habla en varias ocasiones del Velluno, aquella criatura monstruosa con forma de caballo sin cabeza que habitaba aquí vagando por los bosques alhambreños en las noches perseguido por seis perros para terror de sus habitantes.
Para saber más: conocemos el aspecto original de esta puerta gracias a un grabado de James Cavanah Murphy de los primeros años del XIX contenido en “The Arabian antiquities of Spain”, publicado en Londres en 1813, el cual podemos ver en la web del Patronato de la Alhambra. También recomendamos un artículo de Luis Seco de Lucena, publicado en la revista Blanco y Negro el 31 de octubre de 1920, que reproduce el blog “Granada y Seco de Lucena”.
Para visitarla: no se encuentra esta puerta, por los habituales motivos de conservación, dentro de la visita general a la Alhambra. Se abre cada cierto tiempo como espacio del mes y para otras actividades extraordinarias como visitas guiadas que podemos consultar en la web del monumento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario