sábado, 21 de agosto de 2010

Cae la Tarde en la Mota...


...y comienza el espectáculo de luces y sombras que nos ofrece la imponente silueta de Alcalá la Real. Desde el siglo XI en el que fue incluida al reino zíri de Granada hasta su conquista por Alfonso XI de Castilla  en 1341 perteneció esta bella ciudad de la Sierra Sur de Jaén a los dominios granadinos. Desde su privilegiada situación sobre el cerro de la Mota ha controlado durante mucho tiempo la frontera entre los reinos de Granada y los de Castilla, primero  por parte de los musulmanes haciendo frenar los avances cristianos y luego por estos ya poniendo el ojo en la capital granadina, aunque antes habría que tomar la complicada plaza de Moclin. Esta ubicación fronteriza de Qal`at Banī Zayd o fortaleza de los Beni Zayd, que era como la denominaban los musulmanes hizo que a lo largo de los años se fuera  configurando una fortaleza prácticamente inexpugnable la cual cobijaba a la ciudad dentro de varios cinturones de murallas. El clima de inestabilidad producido por los constantes cambios políticos en Al-Andalus a partir del siglo XI, luego la pugna en torno a ella entre castellanos y granadinos desde 1213, en que fue conquistada por primera vez por Alfonso VIII, hasta su conquista definitiva en 1341, y finalmente su posición fronteriza hasta 1492, determinaron el constante refuerzo de sus defensas.  A la vez se construyeron alrededor de la fortaleza una serie de atalayas vigías tanto cristianas como musulmanas para el control de territorio, hasta un total de 15  rodeaban la Mota de las cuales hoy quedan 12.  En Agosto de 1341 finalmente Alfonso XI toma la ciudad, tras diversos asedios a la fortaleza mediante la artillería, las tropas cristianas paralizan el aprovisionamiento de la fortaleza la cual tras agotar sus reservas no tienen otra que rendir la plaza; castillo sin aljibe, enemigo dentro. En este momento el rey castellano le concede el titulo de Real  y se configura su escudo con una llave, símbolo de su importancia estratégica. Tras la conquista de Granada en 1492, Alcalá la Real pierde su valor estratégico por lo que la población de la ciudad ya no tiene la necesidad de vivir en las zonas mas escarpadas de la fortaleza. Es entonces cuando nace la actual Alcalá la Real la cual se ubica en las faldas del cerro y el llano, quedando prácticamente inservible el recinto de la Mota con su castillo y su Iglesia Abadía.

Actualmente, el recinto de la Fortaleza de la Mota adquiere un incalculable valor histórico, artístico y paisajístico. El Conjunto monumental se compone de la Alcazaba propiamente dicha, la cual ocupa el espolón mas elevado del cerro.  Esta es de forma triangular constando de tres torres que se disponen alrededor del patio de Armas, la del Homenaje, la más grande, la Mocha y la de la Campana o Vela que dentro de la Alcazaba ocupa la posición más alta. En el otro extremo del cerro se ubica el recinto eclesiástico con su edificio principal la Iglesia Mayor Abacial de Santa Maria y el Palacio Abacial. La iglesia es de estilo renacentista reconstruida en el S. XVI sobre otra anterior de estilo gótico. En su construcción y decoración intervienen nombre tan importantes como Martín de Bolívar, Ambrosio de Vico y Jacobo Florentino entre otros. Se compone de tres naves con dos tramos cada uno con un coro superior y una airosa torre de 42 metros de altura. A partir de que la ciudad fue consolidándose en el llano, este edificio cayó en desuso y posteriormente prácticamente destruido en un incendio provocado por las tropas francesas durante su ocupación en 1810. Tras esto, los muros que todavía quedaba en pie servirían para alojar el cementerio de la ciudad hasta que a finales del siglo pasado empezaron las tareas de restauración del edificio para dejarlo en un perfecto estado de conservación en el que la historia nunca se olvida. Alrededor de la Alcazaba y del Castillo se pueden observar multitud de restos arqueológicos pertenecientes a la ciudad, mostrándonos la configuración de sus calles y viviendas en tiempos pasados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Le sugiero, para futuras entradas, si es que usted lo tiene a bien, un atardecer desde Alcaudete, donde a buen seguro no le defraudará.