Las aguas provenientes de la Alfaguara abastecieron la ciudad de Granada desde el siglo XI como vimos en “Aynadamar, las lágrimas de Granada”. A modo de continuación de aquel paseo, nos acercamos hoy a este aljibe, el más grande de la ciudad y el único visitable, para conocer cómo funcionaba la red de depósitos que daban agua al Albayzín.
Situado en la Placeta del Cristo de las Azucenas, junto al parque de Santa Isabel la Real, el edificio, sede de la fundación Emasagra, engloba un antiguo carmen que recibe el mismo nombre, los jardines anexos y el propio aljibe. Lo primero que llama nuestra atención es el pétreo brocal del depósito abierto bajo un arco de ladrillo con alfiz en la fachada de la casa. Pocos imaginan que existe la posibilidad de estar al otro lado de esa portezuela herrumbrosa. Una vez dentro, situados en el jardín, podremos ver una curiosa amalgama de objetos de épocas y lugares diversos. Así nos encontramos con pedestales provenientes de antiguas cruces situadas en el Sacromonte, piedras de molino, incluso losas que servían de mostradores en el antiguo Mercado de San Agustín reutilizadas en el solado. También encontraremos una gran variedad de plantas y árboles representativos de nuestra región. Desde aquí podremos observa la cara interior de la Muralla Norte de la Alcazaba Cadima y el vecino palacio de Dar Al-Horra. Continuando con la visita, el guía nos mostrará, mediante maquetas y planos la evolución urbana de la ciudad y de la red de conducciones que distribuían el agua de Fuente Grande desde el colector al que llegaba la acequia, situado en la plaza de Manflor junto a la fábrica de cerámica de Fajalauza.
La parte central de la visita la protagoniza el propio aljibe, una construcción del siglo XI cuyo nombre proviene de la creencia de que servía el agua a los palacios de la corte zirí que ocupaban esta zona de la Alcazaba. Se fundamenta esta afirmación en la enorme capacidad del depósito, 300 m3, lo que da indicios de que debía abastecer a un gran complejo de edificios así como la referida ubicación junto a lo que se cree que eran los palacios reales. Se compone de cuatro naves cubiertas con bóvedas de cañón de ladrillo, comunicadas entre sí por arcos del mismo material que descargan sobre pilares. En las bóvedas se abren huecos por los que se recogía el agua de lluvia, lo que hace pensar que su construcción es incluso anterior a la del abastecimiento desde Aynadamar. Uno de estos huecos servía también para extraer el agua, como curiosidad se pueden ver las acanaladuras que el roce de la cuerda, no se usaba polea, ha dejado a lo largo de los siglos en la piedra. Se accede al depósito por el hueco que comunica con el pretil exterior por lo que pasaremos junto a la misma portezuela que antes vimos en la calle, ahora por el interior. Sus reducidas dimensiones y profundidad así como la imposibilidad de agrandarlo han obligado a la realización de una empinada escalera no apta para todos los públicos, y aun siendo ágil hay que tener cuidado al bajar. Junto a este también se conserva el canal de derivación que daba paso al agua desde el ramal al aljibe así como la compuerta que lo cerraba. El guía nos explicará cómo se realizaban los llenados y quiénes eran los encargados de este trabajo. Continúa la visita por otras salas dedicadas a la agricultura, la industria y máquinas que aprovechaban el poder del agua, la legislación y pleitos que supuso su uso o los oficios, como el del aguador, que a su alrededor se crearon.
Por todo ello recomendamos, pues lo dicho aquí solo es un pequeño resumen, acercarse a conocer este aljibe en persona, pues realmente merece la pena. La visita guiada, totalmente gratuita, para particulares se realiza actualmente de lunes a viernes a las 12 del mediodía con una duración aproximada de una hora.
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