Siguiendo con el recorrido por la cerca que componía la Alcazaba Cadima o Vieja de Granada, nos adentramos a conocer el tramo de muralla más importante de esta fortificación debido a la considerable longitud del lienzo conservado y por las numerosas torres de diferente índole que la componen. El conjunto se inicia en la puerta de las Pesas y finaliza en la de Monaita transcurriendo paralela a la Cuesta de la Alhacaba. Nosotros dividiremos la muralla en dos tramos, uno primero que llega hasta las inmediaciones del palacio de Dar al-Horra y otra que desde este punto termina en la puerta Monaita y que es de menor altura que el anterior tramo.
El primer trecho como hemos dicho nace en la Bab al-Ziyida o Puerta de las Pesas y baja paralela a la anterior muralla. Este tramo se compone de seis paños de muro con otros tantos torreones siendo los tres primeros semicirculares y los tres siguientes rectangulares. Primitivamente fueron levantadas mediante la técnica constructiva del tapial aunque en los años sesenta del pasado siglo, en una discutible restauración, se completaron las partes que faltaban con hormigón dejando señaladas las tablas del encofrado. En la parte interior del muro se han realizado diversas intervenciones arqueológicas donde además de aparecer restos de la muralla anterior, se han dejado al descubierto el resto que estaba enterrado notándose mucho más la diferencia del material primitivo con el empleado en la restauración, además de aparecer restos del enlucido de cal original, como vemos en la siguiente fotografía.
Por su parte, el segunda tramo, de menor altura, se encuentra desplazado unos menos hacia el lado exterior de la alcazaba por lo que fácilmente se distinguen ambas partes. La que nos ocupa se compone de siete torres y ocho paños de muro. De estos los dos primeros tiene la particularidad de conservar parte de su almenado al igual que las torres adyacentes. Todas las torres de este tramo son de planta rectangular siendo las más cercanas a los palacios reales ziríes. Esta zona también fue restaurada en los años sesenta con materiales inapropiados como el ladrillo fácilmente identificable a simple vista. En esta parte de la muralla el nivel del suelo interior está situado a la misma altura del adarve, no sabemos si esta debiera ser su configuración original o ha sido rellenado en tiempos posteriores, lo que si es cierto que todo este solar comprendido entre la muralla y el palacio de Dar al-Horra se encuentra en la actualidad repleto de escombros procedentes de construcciones modernas.
La realidad actual de este recinto monumental, que en otras ciudades estaría incluido en toda ruta turística, es un total estado de abandono. A pesar de existir un proyecto de restauración y puesta en valor de la zona con un parque lineal paralelo a la misma, lo cierto es que las obras llevan paradas dos años a raíz de unos hallazgos arqueológicos, lógicos por otra parte. No queremos discutir la idoneidad del proyecto sin conocerlo en profundidad, pero pensamos que antes de comenzar los trabajos hubiera sido razonable el elaborar un concienzudo estudio arqueológico que evitara estas “sorpresas”. Según aparece recientemente en prensa estos trabajos se tendrán que comenzar de nuevo prácticamente desde cero debido a la falta de acuerdo para resolver la situación actual, lo que acarreará un nuevo retraso en la recuperación de la muralla. Esperemos que en este nuevo proyecto se incluyan criterios conservacionistas en lo que a los muros de tapial se refiere, así como la creación de un espacio de paseo en consonancia, muy distinto a los actuales descampados convertidos en vertederos que se encuentra el visitante. Quizás sea mucho pedir que, como remate, se ilumine adecuadamente la muralla para que desde algunos miradores tan frecuentados por los turistas como el de San Cristóbal pueda ser contemplada en toda su extensión y grandeza tanto de día como de noche. No solo de pan vive el hombre, ni solo de la Alhambra vive Granada, ¿o sí?
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