lunes, 8 de febrero de 2010

La Romería del Sacromonte


Pasan siglos a porfía,
y el pueblo siempre devoto
asiste a la romería;
y nunca faltó en su día
el municipio a su voto.

Antonio Joaquín Afán de Ribera, Fiestas Populares de Granada, 1885

Un agradable paseo es lo que pudimos disfrutar el primer domingo de Febrero cuando, siguiendo la tradición, Granada subió al monte de Valparaiso para festejar San Cecilio. Por la empinada cuesta donde tuvo su casa el morisco Lorenzo el Chapíz, entramos en el barrio calé al que nos da la bienvenida el rey de los gitanos granadinos, Chorrojumo. El camino del monte es siempre un deleite para la vista ya sea con las claras de la mañana como en esta ocasión, o a la hora del atardecer, para ello solo hay que ver la imagen que cierra el blog. Con la silueta alhambreña a nuestra derecha perdiéndose poco a poco, la presencia constante del valle del rio que dio oro a nuestros pies y la blancura de la cal en las fachadas de las casas a nuestra izquierda avanzamos con buen paso. Adentrarse en el Sacromonte es volver a una Granada pretérita dejando atrás ruidos y contaminación, aquí los gitanos granadinos siguen viviendo como sus ancestros en sus costumbristas cuevas. Dejamos a un lado las escuelas donde Andrés Manjón comenzara su gran obra de educar a los más pobres y ya casi estamos llegando a nuestro destino. Antes de alcanzar las “Siete Cuestas” nos encontramos con una pequeña capilla, vestigio de aquel viacrucis que recorrieran los franciscanos hasta la recoleta y por desgracia siempre cerrada ermita del Santo Sepulcro.



Si hasta ahora el entorno era más de pueblo que de ciudad, a partir de aquí empieza el contacto con la naturaleza que ya verdea en la falda del Cerro del Sol y el Llano de la Perdiz. La subida, aunque corta en tiempo, se hace dura hasta llegar a la explanada ante la Abadía que en 2010 cumple 400 años desde su fundación por el Arzobispo Pedro de Castro, importante efeméride. Vueltos desde aquí contemplamos la ciudad desde el mismo sitio donde el genial Diego Velázquez inmortalizara la Catedral granadina. Paseando por los alrededores contemplamos las pocas cruces votivas que quedan en pie en la zona, en pasados siglos se contaban por miles. Ya en el compás ante la puerta de acceso a la iglesia abacial el público se congrega esperando la hora de la misa. Llegan los porteros y maceros del Ayuntamiento escoltando a las autoridades, suenan los himnos y comienza la celebración. Más abajo en las explanadas junto al camino comienza también el reparto de las viandas típicas de este día, salaillas, habas y bacalao en salazón a los que por fuerza hay que acompañar con un poco de agua u otras bebidas. La música y los grupos de bailes regionales completan el programa de actos.


Muchos son los granadinos y visitantes que se han dado cita para pasar un agradable día de campo aprovechando la favorable climatología. Una ocasión única también para visitar las “Santas Cuevas” así como el remozado museo en el que se exponen los famosos libros plúmbeos y demás obras de arte que atesora la abadía.


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