Es un hecho que aquel que entra por primera vez en el Salón del Trono o de Embajadores del palacio de Comares de la Alhambra no puede más que alzar los ojos y reconocer que contempla una verdadera obra de arte. Su construcción se debe a Yusuf I en el año 1340, pero en esta ocasión nos centramos en conocer el origen del nombre de este recinto.
La palabra Comares hace referencia a una labor de decoración de origen sirio o persa llamada “comaraxia”. Este arte consistía en la colocación de vidrios o cristales en los techos. Dicha técnica se uso para la construcción del impresionante techo de madera que cubre la sala principal del palacio, obra maestra y única de la carpintería en el mundo. Es esta una construcción a cuatro aguas, la superficie de sus paños presenta dos quiebros lo que hace que se asemeje sin llegar a ser igual a una bóveda. La decoración se basa en ruedas o estrellas de lacería, en los huecos de estos lazos se incrustaban los cristales o espejos hoy perdidos y sustituidos por madera policromada. Al incidir la luz sobre estos el techo brillaría de forma que el visitante creería estar viendo el cielo estrellado. Y esa parece ser la intención ya que según diversos autores representa los siete cielos de la religión coránica y el árbol de la vida en el centro en forma de piña de mocárabes. Una idea de este arte se podrá hacer el visitante observando el pequeño techo que cubre el mirador de Lindaraja en el Palacio de los Leones, el cual aún conserva algunos de sus cristales de colores originales.
Colaboración escrita por Jack Builder
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