Así llamaron los musulmanes al Valle de Lecrín pero bien pudiera ser el adjetivo para describir esta tierra, una de las más bellas del Reino de Granada. El nombre Lecrín, como es más conocido el valle, deriva de la voz árabe "Iqlim" que significa precisamente región, distrito o comarca. A medio camino entre la costa y la capital, el viajero se encuentra con una depresión de frondosa vegetación delimitada por cadenas montañosas, al Noreste sobresalen Sierra Nevada y Las Alpujarras, también limita con otras sierras como la de los Güájares al Sur. En la actualidad lo componen varios municipios: Dúrcal, Padul, Albuñuelas, Nigüelas, algunos de los cuales son el resultado de la unión de pequeños pueblos como Lecrín; que integra Acequias, Chite, Béznar, Mondújar, Talará y Murchas. El Valle; formado por Melegís, Restábal y Saleres. El Pinar: Pinos del Valle, Ízbor, Acebuches y Tablate. Y finalmente Villamena: Cónchar y Cozvíjar. Casi una veintena de poblaciones de las cuales algunas no son más que un pequeño grupo de casas alrededor de la plaza de la iglesia, imagen que recuerda a las antiguas alquerías que les dieron origen.
Existen evidencias de la existencia de asentamientos humanos desde la prehistoria y de los primeros poblados íberos. Posteriormente, con la llegada de los colonizadores fenicios a nuestra costa será punto de comunicación con la Vega. Más datos hay de la presencia del Mundo Romano en estas tierras, así lo atestiguan las termas descubiertas en Talará. Pero será con la llegada del Islam cuando alcance mayor desarrollo, siendo una de las comarcas que integren la Cora de Elvira. Especial importancia defensiva tendrá en el periodo nazarí en el que se construyen numerosas fortalezas y torres que aun no estando en tierra fronteriza se distribuyen por la comarca de forma similar. Varias fueron sus funciones, unas como refugio de la población, otras como asentamientos de tropas. La zona fue de gran importancia estratégica en las guerras civiles entre nazaríes así como en las de la Reconquista. Posteriormente, por su cercanía a la Alpujarra, también fue plaza fuerte en las insurrecciones moriscas del siglo XVI.
Pero quizás uno de sus más preciados tesoros es el Agua. Tres son los ríos principales que lo surcan, el Dúrcal, el Torrente y el Albuñuelas, sus aguas nacen de las nieves de la vertiente Sur de Sierra Nevada precipitándose en abruptos torrentes hacia el valle. De su unión se forma el rio Ízbor que desemboca finalmente en el Guadalfeo. También hay que destacar la presencia del pantano de Béznar, construida su presa entre 1977 y 1985 en un tajo llamado "el salto del lobo", tiene una capacidad de 56 Hm3. Como se puede comprobar paseándolo, el agua es fundamental para que Lecrín sea un vergel al Sur de Granada. La abundancia de esta ha favorecido una agricultura fundamentalmente de regadío, ya que sus muchos cauces fluviales, riachuelos y manantiales han favorecido el cultivo de cítricos, especialmente de la naranja. Por ello no es de extrañar el encontrarnos con una compleja red de acequias a lo largo de los campos de labor, atravesando incluso las propias poblaciones. Podríamos decir, escuchando el murmullo del agua al desparramarse entre las piedras de sus montes, que esta brota y corre por el Valle con la limpieza y frescura de una risa. Bien pudiera ser esta la razón que llevo a sus pobladores a llamarlo el Valle de la Alegría. Hoy en día el turismo rural se ha convertido en una de las más importantes actividades económicas de la zona y la práctica del senderismo es una actividad especialmente recomendada, existiendo diversas rutas que recorren el valle a la sombra de los restos de las fortalezas que se levantaban en siglos pasados sobre sus cerros. Próximamente iremos conociendo algunas de ellas.
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