jueves, 2 de enero de 2014

Día de la Toma 2014 (y II). Los Olvidados de la Toma

Expulsión de los judíos, Emilio Sala Francés (1889)
La celebración de la Toma de Granada se ha visto envuelta en la última década por la polémica de quienes quieren ver, y otros introducir, en una tradición cívica connotaciones políticas o, nada más lejos de la realidad, de intolerancia o racismo. Empeñados en hablar de vencedores y vencidos e identificados con cristianos los primeros y musulmanes los segundos, nos olvidamos de otro pueblo que también se vio afectado por las  Capitulaciones para la entrega de Granada. A la comunidad judía de Granada también  se la menciona en los acuerdos firmados en el real de Santa Fe el 28 de noviembre de 1491, y no es que saliera precisamente bien parada. Pero de ellos no se habla, son los olvidados de la Toma.
 
El pueblo español, y antes de su gestación como estado, los habitantes de los reinos que le dan origen eran siervos de su rey, esto fue así hasta que en las Cortes de Cádiz de 1812 se nos otorga el estatus de ciudadanos libres. Por tanto cuando Boabdil negocia con los Reyes Católicos la entrega de sus posesiones, no solo lo hace de sus tierras sino también de sus súbditos, musulmanes en su gran mayoría, pero también judíos, esclavos cristianos, etc. La población que quedaba de la Granada Judía,  que tantos avatares había sufrido a lo largo de los siglos anteriores, es mencionada en varios de sus setentaisiete artículos, estableciéndose que están incluidos en ella “los judíos naturales de Granada y de su Albayzin y arrabales, y los de la Alpujarra y de todos los otros lugares contenidos en estas capitulaciones”. Si bien en el texto, al igual que a los musulmanes, se les permite seguir viviendo en su fe y costumbres, se observa claramente como se les da un trato diferenciado del establecido para la población musulmana. En primer lugar se establece “que no mandarán sus altezas ni el príncipe don Juan su hijo, ni los que después dellos sucedieren, para siempre jamás, que los moros que fueren sus vasallos traigan señales en los vestidos como los traen los judíos”. La costumbre cristiana de señalar a los judíos con un distintivo amarillo no era a ajena al reino nazarí, ya en 1273, tras la muerte de Muhammad I, el Rey Alhamar, se habían promulgado normas que los obligaban a lucir sombreros o bandas identificativas.  Por otro lado también se acordó “que no permitirán sus altezas que los judíos tengan facultad ni mando sobre los moros ni sean recaudadores de ninguna renta”. Estos cargos habían sido con frecuencia ocupados en las cortes de los reinos cristianos, y en ocasiones también en la granadina, por judíos lo que era mal visto por el común de la población. Sin embargo los judíos granadinos se habrían conformado con estas nuevas restricciones apenas unos meses después cuando fray Tomás de Torquemada, entrega en nombre de la Inquisición a los Reyes Católicos el borrador del decreto de expulsión definitiva de los judíos de todos sus reinos. Este decreto “de Granada” o “de la Alhambra” como es conocido se firmó el 31 de marzo de 1492 y se hizo público el 29 del mes siguiente.
 
Con estos acontecimientos comenzó a borrarse la huella de los sefardíes en la “Granada de los judíos”. Sin embargo, 522 años después de este hecho recuperamos parte de ese legado. Coincidiendo acertadamente con el Día de la Ciudad de Granada, abre sus puertas un nuevo espacio expositivo permanente destinado a difundir la huella del pueblo judío en nuestra tierra. Se encuentra situado en el Palacio de Santa Inés, en la cuesta del mismo nombre perpendicular a la Carrera del Darro. Su nombre, que da pie al título de esta entrada, nos parece igualmente oportuno: “Palacio de los Olvidados”. Cuenta este nuevo museo con la colección privada de la familia Crespo López, que ha recopilado a lo largo de varias generaciones el material que ahora se nos ofrece. Por ello hoy estamos de enhorabuena.
Para saber más: recomendamos visitar el nuevo museo, situado en la mencionada Cuesta de Santa Inés, abierto todos los días de 10:00 a 19:00 horas. Más información en la página web del museo (VER) 

Día de la Toma 2014 (I). La tremolación del Pendón de Castilla en la Capilla Real


Sin duda uno de los actos más lucidos, si no el que más, del día de la Ciudad de Granada es la tremolación del Estandarte Real ante la tumba de los soberanos que “por fuerza de armas”, como dicen sus cronistas, la tomaran en 1492. Pese a que sus detractores consideran esta conmemoración como anacrónica y no dudan en tildarla de preconstitucional, el “ceremonial que la muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada ha de observar y guardar en la tradicional y solemne función publica que conmemoran su toma por sus majestades los Reyes Católicos, el día dos de enero” fue revisado y adaptado en  la década de los 80 del siglo XX al régimen democrático y a la Constitución española de 1978 por el entonces concejal de cultura José Miguel Castillo Higueras, siendo alcalde de Granada Antonio Jara Andreu.

Este acto, como “representación escenográfica” de un “acontecimiento histórico”, consta de un cuidado ceremonial que pone en la calle cinco siglos de historia de nuestra ciudad representados en las figuras vestidas de época y en los atributos que portan, tan importantes como las primeras Constituciones del Ayuntamiento, las Jarras de Caballeros Veinticuatro o la urna funeraria de Mariana Pineda entre otros. Pero centrándonos en lo que sucede bajo las bóvedas góticas de la Real Capilla de los Santos Juanes, debemos decir que una vez llegada la comitiva cívica de las autoridades que acompaña al pendón de Castilla a sus puertas es recibida por los capellanes real con que fue dotada “a perpetuidad” por los soberanos mediante carta fundacional en 1504,  así como por el Arzobispo y Cabildo catedralicio. Estos hacen entrega a la autoridad correspondiente, se turnan en esta labor el Alcalde de Granada, el Subdelegado del Gobierno y el Teniente General Jefe del Madoc,  de la espada original del Rey Fernando que se debe portar prendida por la hoja sujeta por un velo con la empuñadura hacia arriba. Igualmente se porta por una autoridad religiosa la corona de la Reina Isabel. Con ambos objetos y el Estandarte Real marcha la comitiva hasta el interior de la Catedral donde se oficia la misa de Te Deum. Tras esta se vuelve a formar el cortejo que se traslada ante la tumba de los Reyes Católicos para proceder a la tremolación.

 
Al Aula Regia solamente acceden autoridades, permaneciendo el público asistente en la pequeña nave del recinto tras la fastuosa reja, ejecutada en el siglo XVI por un desconocido maestro llamado Bartolomé, que separa ambos espacios. Situándose a la derecha del altar mayor los capellanes reales y a su izquierda el Cabildo municipal. Entre el altar y el sepulcro regio se sitúa el concejal de mayor edad que por turno le corresponda portar el estandarte escoltado por la Policía Municipal en traje de gala, realizando sendas genuflexiones ante el altar mayor y el sepulcro real  inclinando el estandarte y saludando a ambos cabildos con una inclinación de cabeza. A continuación tremola el pendón tres veces ante el altar y dos ante el sepulcro de los Reyes mientras se interpreta el Himno Nacional, cada tremolación va precedida de los mencionados saludos. Concluye el acto con la ofrenda de una corona de laurel y un ramo de flores adornado con las banderas de España, Andalucía y Granada en el interior del sepulcro, tras lo cual la corporación municipal parte de nuevo en dirección al Ayuntamiento para realizar el deslucido acto en el balcón principal.

Para saber más: sobre la espada y la corona de los Reyes Católicos así como otros objetos donados por estos que se custodian en la Capilla Real recomendamos su página web 
Como Curiosidad: Enlazamos un video alojado en la plataforma YouTube, que recoge la ceremonia completa de tremolación del Estandarte Real, en este caso en la jornada del 12 de octubre, en la que se observa un protocolo idéntico al del día de hoy (VER).

martes, 31 de diciembre de 2013

Mil y un años

“… y contemplaron una hermosa llanura, llena de arroyos y arboledas, que, como todo el terreno circundante, está regada por el Wadi Sanili (río Genil), que baja del Yabal Sulayr (Sierra Nevada). Contemplaron asimismo el monte en el que hoy se asienta la ciudad de Granada, y comprendieron que era el centro de toda la comarca, ya que tenía delante la al-Fahs (la Vega), a ambos lados los términos de al-Zawiya y de al-Sath y detrás el distrito de nazar al-Yabal (el Monte). El lugar les encantó, porque vieron que reunía todas las ventajas, y se dieron cuenta de que estaba en el punto central de una región muy rica y en medio de sus focos de población, y de que, si un enemigo venía a atacarlo, no podría ponerle sitio, ni impedir en modo alguno que sus habitantes se aprovisionasen, dentro y fuera, de todos los víveres necesarios. En consecuencia y en tanto Elvira quedaba arruinada, comenzaron a edificar en aquel sitio, y cada uno de los hombres del grupo, lo mismo andaluz que beréber, procedió a levantar allí su casa”.
Con estas palabras explica Abd Allah Ibn Buluggin Ibn Badis, último rey de la dinastía zirí, la fundación de la ciudad de Granada por parte de su antepasado Zawi Ben Ziri, jefe de una de las tribus bereberes traídas por Almanzor del norte de África, y como escogieron este emplazamiento para la capital del “Reino de los Banu Ziri de Granada” en sustitución de la ciudad  califal de Elvira cuya medina asentada en plena Vega resultaba difícilmente defendible ante el clima de inestabilidad reinante durante la etapa de los reinos de taifas de Al-Andalus.
 
Este hecho es el que hemos conmemorado con más pena que gloria en este año 2013 que ahora se acaba. Justo hace un año dedicamos una entrada (VER) a esta celebración en la que se mantenía el escepticismo sobre el éxito de la misma. La situación económica ha deparado una conmemoración “low-cost” alejada de las grandes inversiones en infraestructuras prometidas y pronto olvidadas. Centrado el aniversario en lo expositivo, hemos de considerar este año como muy bueno en ese aspecto, con exposiciones muy interesantes como “Arte y Culturas de Al-Andalus, el poder de la Alhambra”, como no íbamos a recurrir nuevamente a la Alhambra, o “Mil años de Madinat Ilbira”, aunque su emplazamiento en el Parque de las Ciencias hace que solo sea visitable abonando el precio de la entrada a este recinto lo que ha dificultado su difusión. Fuera de este apartado, poco más se ha hecho salvo un puñado de actos y la inclusión de referencias al Milenio en los acontecimientos habituales en la ciudad como el Festival de Música y Danza de Granada por poner un ejemplo.
Palacio de la Dar al-Horra, en obras actualmente
Todo esto contrasta con la realidad de algunos de los bienes patrimoniales que conservamos de aquella época. Un claro ejemplo de ello es la situación actual del Palacio de Dar al-Horra. La que estaba destinada a ser sede de esta conmemoración ha pasado buena parte del año cerrada por unas “pequeñas reformas”, para luego anunciarse que se debían realizar obras de urgencia en sus techumbres, actualmente en ejecución. Junto a este palacio, los restos de la Granada del año 1013 aún esperan la finalización de unas obras que de una vez ponga en valor nuestra Muralla Zirí (1, 2, 3, 4). Otro ejemplo del despropósito lo encontramos en la propia Medina Elvira, lo que podría ser uno de los campos arqueológicos de mayores dimensiones de Europa “duerme el sueño de los justos” mientras que las protecciones llevadas a cabo sobre los restos de las murallas tras las excavaciones arqueológicas realizadas en su alcazaba son objeto de actos vandálicos por parte de excursionistas sin escrúpulos. Finalmente debemos preguntarnos no solo si los actos han beneficiado a la ciudad o no sino si, además, los granadinos hemos conocido algo más de nuestra propia historia durante este año.
 
Restos de la muralla de la alcazaba de Madinat Ilbira 
Para conocer más: recomendamos la lectura del libro “El siglo XI en primera persona. Las memorias de Abdallah, último rey zirí de Granada, destronado por los Almorábides (1090)” traducidas por E. Lévi-Provençal y Emilio García Gómez, valiosísimo testimonio de cómo era Granada hace mil años. Del mismo modo, aún se pueden visitar algunas de las exposiciones que se prolongarán durante las primeras semanas de 2014. Toda la información se encuentra alojada en la web del Milenio de Granada (VER).

Estado de abandono que presenta la muralla Zirí de Granada

viernes, 4 de octubre de 2013

La Romería de las Yermas

Escucha a la penitente
de tu santa romería.
Abre tu rosa en mi carne
aunque tenga mil espinas.
Yerma. Federico García Lorca.
 
La obra de Federico García Lorca está repleta de referencias a la forma de vida de las gentes que le rodearon, sus costumbres y tradiciones. Un ejemplo de ello lo encontramos en Yerma, en la que relata la desesperación de una mujer que no es capaz de concebir un hijo y que agobiada por las habladurías de la gente recurre a la santería y, por último, acude a una famosa romería que se celebra cada 5 de octubre en Moclín, la romería del Cristo del Paño.
Moclín, al que ya hemos dedicado nuestra atención en varias ocasiones (Hisn al-Muqlin, Las Atalayas de Moclín, Escudo de Granada),  es una de las Siete Villas del Reino de Granada encaramada en una roca que domina un “mar de olivos” en la comarca de los Montes Occidentales. Como vimos, fue plaza estratégica para la defensa del Reino Nazarí y, posteriormente, para su asedio tras capitular el 26 de julio de 1486, celebrando la primera misa fray Hernando de Talavera. Se funda la iglesia parroquial de la Encarnación de la Villa en 1501, derribándose la mezquita que hasta entonces había servido para el culto y comenzando la construcción del edificio actual que se prolonga hasta 1560 de trazas renacentistas. En su interior se venera desde fecha indeterminada un lienzo que representa a Cristo con la cruz a cuestas. La tradición oral afirma, sin documento alguno que lo acredite, que esta pintura servía como estandarte de batalla de las tropas de los Reyes Católicos, los cuales lo donaron al pueblo durante su estancia entre 1486 y 1492. No será hasta el siglo XVII cuando adquiera gran fama por un milagro que relata una leyenda:  hallándose esta imagen sin todo el culto que era debido , con ocasión de haberla sacado para limpiarla, habiéndola lavado con agua y un lienzo, la pusieron a que se enjugasen al sol; el sacristán de la parroquia, cuyo nombre no ha quedado en la memoria de los vecinos , ni de las fuentes escritas, que se hallaba con la vista tan empañada de nubes (cataratas) que casi estaba ciego, llevado de un extraordinario fervor de devoción e interior impulso, llevó a besar el pie de la sagrada imagen , y sin pensarlo, se halló de repente sano de la enfermedad del paño y con la vista clara y perfecta. De ahí el nombre dado al Cristo, debido a esta enfermedad a la que vulgarmente se le daba esta denominación del Paño”. Este hecho le da fama de milagroso y de sanar las enfermedades lo que motiva que desde entonces acudan a él numerosos devotos, dando origen a su popular romería que con el tiempo se masifica y amplía con la celebración de una feria de ganado.
 
La fama del santo de erradicar la esterilidad femenina, aparte de curar enfermedades, y los excesos que se llegaban a cometer durante las celebraciones sirven como hilo argumental al desenlace de la mencionada obra de Lorca. En el cuadro segundo del tercer acto la acción se desarrolla “alrededor de una ermita, en plena montaña” es decir en esta iglesia del Cristo del Paño, añadiendo que “entran mujeres con ofrendas en la ermita, vienen descalzas”. Los personajes que aparecen relatan algunos altercados, y una muchacha afirma que “más de cuarenta toneles de vino he visto en las espaldas de la ermita”. Luego relata cómo Yerma va cantando una plegaría descalza y con velas en dirección a la iglesia. No fue bien acogida esta referencia en la obra ya que Lorca se centra en el aspecto sexual de la fiesta, acusándosele de inventar tales hechos. Sin embargo es innegable que esta se había descontrolado, ya que en la década de 1950 un sacerdote del pueblo, José López Vallecillos, raja el lienzo y le arroja un cubo del cal con el fin de destruirlo para acabar con la romería debido a “los abusos y los fraudes que eran cometidos por los forasteros  el día del Santo Cristo”, prohibiéndose su celebración desde 1957 hasta 1971.
 
Actualmente sigue congregando a una multitud de devotos de forma mucho más tranquila. Ese día, este pueblo de apenas varios cientos de habitantes (el municipio está compuesto por siete núcleos de población; Gumiel, Limones, Moclín, Olivares, Puerto Lope, Tózar y Tiena, con un total del 4522 habitantes) llega a albergar hasta 25.000 personas cuando la romería coincide con el fin de semana, lo que obliga a los visitantes a aparcar sus vehículos en los olivares que rodean el pueblo, todo ello controlado por un fuerte dispositivo de seguridad. Por las estrechas y empinadas calles del pueblo se levantan los puestos ambulantes en los que se venden todo tipo de recuerdos, estampas, rosarios, velas, calendarios, y comida. Las celebraciones se centran en la explanada del santuario y al mediodía se realiza la procesión que, atravesando las murallas de la vieja fortaleza, baja hasta la plaza del Ayuntamiento y  la zona de las Eras, a la salida del pueblo.  

Para saber más: recomendamos el siguiente enlace del Ayuntamiento de Moclín en el que viene recogida íntegramente la historia del Cristo y su romería, de la que hemos obtenido algunos datos para la confección de  esta entrada. Igualmente se puede consultar la web del santuario, donde también encontramos información sobre el mismo.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Los frutos del Otoño

 
Es una tradición fuertemente arraigada en estas fechas en la capital granadina el llamado mercadillo de otoño que se celebra el último fin de semana de septiembre en los alrededores de la Fuente de las Batallas al amparo de las fiestas principales y procesión de la patrona granadina, la Virgen de las Angustias, a la que estamos dedicando esta serie de entradas en estos días. Conocido ya un poco más del arte que la rodea  en su fastuosa iglesia, cambiamos ahora la temática y nos vamos a la gastronomía para conocer otra de las tradiciones de estas fiestas.  

 
En los puestos del mercadillo de la Puerta Real lo más demandado son las tradicionales “Tortas de la Virgen” que encontramos rellenas de cabello de ángel, chocolate o crema y frutos secos, pero también otros dulces más habituales a lo largo del año. Sin embargo destaca el variado surtido de productos que se recogen en estas fechas que se nos ofrece. Así encontramos desde la caña de azúcar traída desde la vega de Motril hasta higos chumbos, nueces, castañas, almendras, dátiles, pasas, membrillos, acerolas, majoletas, azofaifas, granadas… los frutos del otoño que da la tierra granadina. Gusta el oriundo de pasear en estos días por el centro de Granada para visitarlos, pero también los foráneos que se trasladan desde las provincias limítrofes donde la devoción a las Angustias se encuentra muy extendida, y los que desde los pueblos cercanos y no tan cercanos, recorren a pie la distancia que los separa de la capital, incluso desde Motril en un recorrido que implica varias jornadas de camino hasta la iglesia de la carrera. Granada celebra de esta otra forma, más tranquila que una feria, a su patrona aprovechando el llamado veranillo del Membrillo o de San Miguel.
 
Y junto a los puestos de frutos y tortas también encontramos los habituales vendedores de nardos, la flor de la Virgen, que con su olor completan el cuadro típico que estos días ofrece el centro granadino como pórtico del otoño.

sábado, 28 de septiembre de 2013

La Casa de la Virgen (V). El apostolado de Duque Cornejo

 
Siguiendo con las obras realizadas en la basílica patronal granadina en el siglo XVII nos fijamos a continuación en el magnífico apostolado tallado por el imaginero y retablista de origen sevillano afincado en Granada, Pedro Duque Cornejo y Roldán. Nace en 1677, nieto del escultor Pedro Roldán, en cuyo taller se forma, y sobrino por tanto de Luisa Roldán, la Roldana, el arte de dar forma a la madera le viene de familia. Llega a Granada, donde permanecerá cinco años, en 1714 estableciendo su taller en la Calle del Candil, estrecho callejón que lleva desde el Paseo de los Tristes hasta San Juan de los Reyes. De este enclave albayzinero frente a la Alhambra salieron obras para la Catedral, la Cartuja o la Abadía del Sacromonte, y la serie que nos ocupa, 14 figuras de tamaño superior al natural que representaban al Salvador, la Virgen y los doce Apóstoles, para la Iglesia de Ntra. Sra. de las Angustias.

Como ya vimos, a este escultor se deben importantes modificaciones en la propia talla de la Virgen de las Angustias, llevadas a cabo en esos años. El apostolado se distribuyó por la nave de la iglesia colocándose sobre peanas doradas con decoración vegetal adosadas a los pilares de esta. Se cubre cada imagen con venera o concha sobre la cabeza. En origen se situaban las tallas del Salvador y la Virgen a ambos lados del altar mayor, repartiéndose los apóstoles por el resto del recinto, sin embargo la construcción de la tribuna alta sobre la puerta principal en el siglo XX provocó la alteración de esta disposición y la eliminación de los dos primeros basamentos situados a los pies de la nave, lo que provocó que se retiraran las imágenes del Salvador, cedida en la actualidad a la parroquia del mismo nombre en el Albayzín, y la de la Virgen, que pasó a otras dependencias parroquiales, y se recolocaran el resto de figuras. Esta serie es una de las obras más destacadas de la producción del escultor que destaca por la naturalidad y expresividad de los personajes, dispuesto cada uno con los atributos propios de su representación iconográfica, y por un muy logrado movimiento de sus ropajes con un volado extraordinariamente realista.

Este apostolado fue íntegramente sufragado por la hermandad de la Esclavitud de Ntra. Sra. de las Angustias, cofradía “rival” como ya vimos en anteriores entradas de la primitiva hermandad con la que surgieron numerosas disputas a lo largo del tiempo.  Para los profesores López-Guadalupe, esta pugna que llevó a ambas corporaciones a embarcarse en numerosos trabajos y donaciones con el fin de reclamar posteriormente derechos sobre el uso y disfrute del recinto sagrado tuvo como consecuencia el que hoy en día la basílica de las Angustias sea uno de los conjuntos más suntuosos del barroco andaluz.
Para saber más: recomendamos nuevamente el libro “Nuestra Señora de las Angustias y su Hermandad en la época moderna” de los Profesores Miguel Luis y Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, que nos ha servido para la realización de esta entrada.

viernes, 27 de septiembre de 2013

La Casa de la Virgen (IV). El púlpito de jaspes


En años anteriores, desde que en 2010 se celebraran los 400 años de la erección como parroquia de la iglesia de las Angustias, hemos dedicado una serie de entradas (I, II y III) a conocer mejor el templo que alberga a la Patrona de Granada en estas fechas en las que se celebran sus fiestas. Continuamos con esta serie monográfica fijándonos ahora en la decoración interior del templo, para ello dirigimos nuestra mirada en primer lugar hacia el púlpito de similares características que el retablo y camarín ya vistos.

 
Perseverando en la idea de la antigua hermandad de los hortelanos de realizar un templo que “hasta el día de hoy no se habrá visto en ninguno de los santuarios de estos contornos”, se comenzó a labrar a la par que el retablo mayor el púlpito empleando para ello en sus elementos inferiores, pie y caja, la piedra caliza roja de la subbética taraceada con mármol blanco de la sierra de Filabres o de Macael y piedra negra procedente de Sierra Nevada. Por la similitud de trazas y fecha de ejecución, una cartela en el propio púlpito refiere que fue donado por D. Juan Jacinto Palomo en 1738, se ha considerado como obra del mismo autor del retablo, Marcos Fernández Ralla. En la parte inferior, su pie se presenta profusamente labrado en piedra roja con incrustaciones en blanco y negro. Sobre este se sitúa el cuerpo principal en forma de caja hexagonal  con la misma combinación de materiales a los que se añade el alabastro en algunos detalles. En el aparecen, en cuatro de sus vértices, sendas capillas en las que figuran las imágenes de los evangelistas talladas en alabastro mientras que en los lados del hexágono  aparecen cuatro medallones de los que dos representan el símbolo de la Virgen, el corazón, y los otros dos son motivos vegetales. Se accede al púlpito por unas escaleras con barandilla o antepecho también tallado en la misma piedra cordobesa.

 
Sobre la caja se alzan el respaldo, en el que aparece un crucifijo, y el tornavoz tallados en madera y dorados para aligerar su peso. Hubiera sido imposible que resistieran de haber sido labrados en piedra. Presenta el tornavoz la misma forma que la caja, apareciendo volado en cinco de sus seis lados. Lo componen una moldura en todo su perímetro con caídas a imitación de telas, sobre este aparecen cuatro arbotantes con formas vegetales que se unen en la parte superior rematada por un angelote. Este púlpito vino a sustituir a otro anterior que fue vendido a la parroquia de San Ildefonso según consta en los archivos de la curia granadina.
 
 
Para saber más: recomendamos el libro “Nuestra Señora de las Angustias y su Hermandad en la época moderna” de los Profesores Miguel Luis y Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz, que nos ha servido para la realización de esta entrada.