Pasan siglos a porfía,
y el pueblo siempre devoto
asiste a la romería;
y nunca faltó en su día
el municipio a su voto.
Antonio Joaquín Afán de Ribera, Fiestas Populares de Granada, 1885
Un agradable paseo es lo que pudimos disfrutar el primer domingo de Febrero cuando, siguiendo la tradición, Granada subió al monte de Valparaiso para festejar San Cecilio. Por la empinada cuesta donde tuvo su casa el morisco Lorenzo el Chapíz, entramos en el barrio calé al que nos da la bienvenida el rey de los gitanos granadinos, Chorrojumo. El camino del monte es siempre un deleite para la vista ya sea con las claras de la mañana como en esta ocasión, o a la hora del atardecer, para ello solo hay que ver la imagen que cierra el blog. Con la silueta alhambreña a nuestra derecha perdiéndose poco a poco, la presencia constante del valle del rio que dio oro a nuestros pies y la blancura de la cal en las fachadas de las casas a nuestra izquierda avanzamos con buen paso. Adentrarse en el Sacromonte es volver a una Granada pretérita dejando atrás ruidos y contaminación, aquí los gitanos granadinos siguen viviendo como sus ancestros en sus costumbristas cuevas. Dejamos a un lado las escuelas donde Andrés Manjón comenzara su gran obra de educar a los más pobres y ya casi estamos llegando a nuestro destino. Antes de alcanzar las “Siete Cuestas” nos encontramos con una pequeña capilla, vestigio de aquel viacrucis que recorrieran los franciscanos hasta la recoleta y por desgracia siempre cerrada ermita del Santo Sepulcro.
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