La localidad de Alfacar es conocida por su producción de pan, dar un paseo por este pueblo en las primeras horas de la noche permite percibir el olor a horno encendido, a harina y levadura cociéndose lentamente. Tradicionalmente se ha dicho que la clave del buen sabor de este pan esta en el agua empleada para amasarlo. Y cierto es que Alfacar goza de numerosos manantiales así como de fuentes repartidas por todo el pueblo.
Sin duda la de mayor fama es la llamada Fuente Grande que se sitúa al pie del Cerro de la Cruz en la parte más alta del municipio. Este manantial fue llamado en época árabe Aynadamar, que significa “Fuente de las Lágrimas” por la forma en la que se derramaba el agua lentamente. Puede ser que por ello la fuente que rodea el manantial tenga precisamente la forma de una lágrima, curiosa también es la forma de brotar el agua en el fondo ya que de este emergen pequeñas burbujas de aire que al contacto con la superficie crean pequeños círculos. Su construcción, así como la de la acequia del mismo nombre, en el siglo XI se debe al último rey de la Taifa Zirí granadina, Abd’Allah ben Buluggin (1073-1090), quien ordeno a su Visir Abu Mu Ammal la canalización de las aguas del manantial para abastecer la ciudad de Granada que por entonces contaba con treinta y ocho mil habitantes. Este es para algunos historiadores el origen del asentamiento conocido como “Alfajar” que significa “alquería del alfarero o de la arcilla”, aunque parece que ya antes era lugar de recreo de los monarcas granadinos. Excavaciones en los alrededores han sacado a la luz los restos de lo que pudieran ser palacios, cármenes, una mezquita, fortificaciones e incluso se conservan restos evidentes de un baño árabe, todo ello da indicios de su posible uso por la corte zirí. Otras investigaciones argumentan que la acequia pudiera ser incluso de época anterior a los árabes.
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De la fuente, construida con mampostería y ladrillo siguiendo la técnica puramente árabe, parte la acequia que recorría en paralelo el camino entre Alfacar y Víznar, atravesaba esta localidad y se dirigía hasta la alquería del Fargue y Granada a la que acometía por la parte alta del Albaicín al que abastecía mediante una compleja red que conectaba los aljibes del barrio. La palabra Acequia proviene de la voz árabe As-saqiya, los musulmanes la utilizaron para transportar el agua por gravedad desde un punto alto hasta otro más bajo. Aun siendo parecida a los canales de los romanos, tiene características propias como la utilización de compuertas, presas y otras técnicas para controlar el movimiento y el caudal del agua conducida. La de Aynadamar se construyó con muros de argamasa revestidos con mortero de cal, siendo en la actualidad visible solo el tramo hasta Víznar restaurado en 1994. Del resto del recorrido, el tramo hasta el Fargue se realiza mediante tubería y el abastecimiento al Albaicín se ha perdido por completo.
Sin embargo la parte que aún se conserva ofrece un bello paseo a lo largo de la carretera que une los dos pueblos. Su recorrido, entre campos de labor a los que riega, zigzaguea adaptándose a la orografía del terreno. Se salpica de pequeños puentes de mampostería y ladrillo que servían de paso hacia los campos a la vez que evitaban la mezcla de las lluvias con el agua de la acequia. Poco antes de llegar a Viznar un pequeño muro permite salvar un barranco tras lo cual se adentra en un túnel para salir de nuevo a la superficie un poco más adelante. A la entrada de la localidad se pierde definitivamente entre propiedades particulares, aunque podremos visitar el museo etnográfico del Molino de la Venta. Este aprovechaba el caudal de la acequia para moler el trigo, según algunas fuentes fueron hasta veintinueve los que la jalonaban y que aprovechaban el poder de la hidráulica para estas labores. En las cercanías del paraje se encuentra el parque Federico García Lorca donde se cree fue fusilado, su contemporáneo Dámaso Alonso le dedicó el poema “La fuente grande o de las lágrimas” en la que evocaba el nombre de esta para llorar su muerte. Su comienzo dice así:
Sin embargo la parte que aún se conserva ofrece un bello paseo a lo largo de la carretera que une los dos pueblos. Su recorrido, entre campos de labor a los que riega, zigzaguea adaptándose a la orografía del terreno. Se salpica de pequeños puentes de mampostería y ladrillo que servían de paso hacia los campos a la vez que evitaban la mezcla de las lluvias con el agua de la acequia. Poco antes de llegar a Viznar un pequeño muro permite salvar un barranco tras lo cual se adentra en un túnel para salir de nuevo a la superficie un poco más adelante. A la entrada de la localidad se pierde definitivamente entre propiedades particulares, aunque podremos visitar el museo etnográfico del Molino de la Venta. Este aprovechaba el caudal de la acequia para moler el trigo, según algunas fuentes fueron hasta veintinueve los que la jalonaban y que aprovechaban el poder de la hidráulica para estas labores. En las cercanías del paraje se encuentra el parque Federico García Lorca donde se cree fue fusilado, su contemporáneo Dámaso Alonso le dedicó el poema “La fuente grande o de las lágrimas” en la que evocaba el nombre de esta para llorar su muerte. Su comienzo dice así:
Ay, fuente de las lágrimas,
ay, campos de Alfacar, tierras de Víznar.
El viento de la noche,
¿por qué os lleva la arena, y no la sangre?
¿por qué entrecorta el agua cual mi llanto?
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Es este un enclave de enorme belleza natural y paisajística, cargado de historia y una buena excusa para dar un paseo entre Alfacar y Víznar, donde a buen seguro nos cruzaremos con los lugareños que transitan este camino con frecuencia, junto a la fuente que dio de beber a Granada durante más de siete siglos.
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1 comentario:
Hola paisano, he coincidido por casualidad con tu blog y voy leyendo entradas y me va enganchando.
Enhorabuena por tus conocimientos y tu amor a nuestra tierra.
Te dejo la dirección del mío, también con temática granaína, pero añadiendo más devaneos personales:
http://vuelvoagranada.blogspot.com/
Espero que te guste. En una próxima entrada haré referencia al tuyo. Un abrazo.
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