sábado, 20 de febrero de 2010

Crónica de la Conquista de Granada (I). El comienzo de la Guerra


Una vez vistos los capítulos dedicados por Washington Irving a Granada en “Crónicas Moriscas”, pasamos ahora al otro libro que compone la dupla de novelas históricas escritas “según el manuscrito de Fray Antonio Agápida”. “Crónica de la conquista de Granada” fue el primero que escribió durante su estancia en Sevilla inmediatamente anterior al largo periodo que pasara en Granada en 1829. Como ya vimos el viejo interés por Granada resurgió en W.I. mientras escribía la Vida de Cristóbal Colón”, en la que ya dedica un capítulo a la toma de la ciudad. Este libro, sin embargo, es una extensa narración de los últimos diez años del Reino Nazarí. Sus protagonistas son los Reyes Católicos por un lado y los soberanos Muley Hacen y Boabdil por otro, pero no escatimará el autor en referir las hazañas de multitud de nobles y caballeros moros y cristianos a lo largo de la guerra granadina.

Como ya vimos en el libro anterior, el narrador imaginario nos habla desde un punto de vista subjetivo, el cristiano, pero le puede a Irving la visión romántica a la hora de elogiar la belleza de ese “Edén” que es el reino granadino. Empieza su narración describiendo la majestuosidad de la ciudad, la grandeza de su Alhambra “construida por gentes instruidas en ocultas ciencias”, la belleza de sus cármenes y sus murallas con “doce puertas y mil treinta torres”, haciendo hincapié sin embargo en que “la mayor gloria de la ciudad reside en su vega”. Habla W.I. del tributo de “mil doblones de oro y mil seiscientos cautivos” que los nazaríes pagaban anualmente a los reinos cristianos a cambio de la paz y de cómo se mantuvo esta hasta la subida al trono granadino del orgulloso Muley Aben Hacen, “el más poderoso de su linaje”. Considerándolo una humillación se negó a continuar pagando dicha suma exclamando ante los emisarios castellanos “decid a vuestros soberanos que los reyes de Granada que pagaban tributo murieron. Nuestra casa de la moneda en su lugar ahora fabrica cimitarras y puntas de lanzas”. La respuesta que W.I. pone en boca del rey Fernando será casi una descripción de la contienda, “sacaré una a una las semillas de esta granada”.

Sin embargo el primer golpe de la guerra vendrá del lado nazarí contra la plaza fronteriza de Zahara, hoy en la provincia de Cádiz, ocupada a finales de 1481. La respuesta castellana no sería menos contundente y dos meses después se produciría la toma de Alhama por Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, con “tres mil jinetes y cuatro mil soldados de infantería”. Fue esta una victoria importante por tratarse de una opulenta población situada en el centro del reino y a poca distancia de la capital, tan importante que como otras poblaciones W.I. la nombra como “la llave de Granada”. Grande fue el pesar de Muley Hacen al escuchar la noticia, “¡Alhama ha caído!, ¡Ay de mi, Alhama!" Rápidamente se aprestó el rey a recuperar la plaza, esta precipitación le sería costosa no logrando su propósito por lo que decidió asediarla y cortar el suministro de agua. Sería Juan de Guzmán, duque de Medina Sidonia, el que reuniera un ejército para liberar a los cristianos de Alhama en el que tomaron parte los principales caballeros cristianos de Andalucía, lo cual hizo retroceder hasta Granada a Muley. Estos fueron los dos primeros episodios de la guerra que nos narra W.I., no es nuestra intención desgranar este minucioso libro cuya lectura recomendamos pero si reseñaremos, en próximas entradas, algunos capítulos del mismo con el fin de ver en qué forma novela el autor estos históricos hechos.

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