martes, 1 de septiembre de 2009

Silueta Cartujana


Toda la grandiosidad que posee este monumento, todo el barroquismo de su sancta sanctórum, de la fantasía arquitectónica de su sagrario y en definitiva toda la belleza que guarda cada rincón de éste máximo exponente del último barroco español queda en segundo plano cuando el sol se esconde haya por las sierras de Parapanda. Los colores proyectados en el horizonte hace que la cartuja granadina no sea más que una silueta que intenta sumarse al espectáculo.

El promotor de levantar una nueva casa para la orden cartuja en Granada fue el Gran Capitán Don Gonzalo Fernandez de Cordoba el cual cedió unos terrenos ganados en batalla en un enfrentamiento con la corte musulmana durante la guerra de Granada, si bien este emplazamiento no fue respetado para construir dicha obra al ser un lugar inseguro para los monjes por estar rodeado de moriscos. Por ello el Gran capitán se desentendió de finalizar su propósito siendo reiniciadas sus obras sobre otro solar en 1516 aunque habría que esperar tres siglos para poder ver culminado el monasterio de Nuestra Señora de la Asunción o la Cartuja de Granada como se conoce.

Pero es la noche la que mejor evoca la funcionalidad de este edificio lejos del reclamo turístico que hoy posee. Es cuando en los silencios de la noche recuerda ese mismo voto que caracterizaba a esta orden monástica, el silencio. Orden fundada en 1084 por Bruno de Hartenfaust en un lugar solitario del sureste de Francia siendo el fin de la misma la contemplación en una vida monástica de oración pura y continua.

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