No
es la custodia procesional de la Catedral de Granada realmente una gran obra de
arte, ni tiene la monumentalidad de las custodias de Enrique o Juan de Arfe, ni
presenta la uniformidad estilística que tendría una pieza proyectada y
ejecutada por una única mano. En ella encontramos desde elementos góticos hasta
piezas contemporáneas, cada una de siglos y artesanos distintos, con técnicas y
gustos diferentes. Pero su interés radica precisamente en ser un compendio o
catálogo de cinco siglos de la orfebrería granadina.
El
orfebre alemán Enrique de Arfe fue quien introduce las custodias en forma “de
torre” en el siglo XVI (Toledo, Córdoba, León). Antes, en el Gótico, solían
tener forma de viril u ostensorio. Esta segunda es la forma
que sigue la granadina, más antigua por tanto que aquellas. Según consta, el origen de nuestra custodia está en la
que en 1501 regalara a la ciudad Isabel la Católica, sabida es de sobra la
importancia de los Reyes Católicos en la instauración de la fiesta en Granada.
De aquella pieza solo ha llegado hasta nuestros días el templete hexagonal con
chapitel gótico de plata bañada en oro. Se remataba originariamente por una
cruz, sustituida en la actualidad por la figura de la Fe. Según consta en los
inventarios esta pieza sufrió ya en el XVI numerosos arreglos y modificaciones,
la más importante fue llevada a cabo por el orfebre Francisco Téllez (1531-1569)
que labra el basamento hexagonal rematado por cúpula del que surge un jarrón
que por medio de seis volutas en forma de “ese” sustenta el templete primitivo,
toda la pieza de 1,5 metros de altura aparece bañada en oro. De autor anónimo y
datado entre los siglos XVII y XVIII es el viril que aparece dentro del
templete con forma de sol orlado de nubes, estrellas y querubines decorado con
pedrería.
En
el XVII se le añade un segundo cuerpo de plata en su color con planta octogonal
y forma tronco-piramidal en cuyas aristas surgen ocho volutas que sustentan quinqués
para velas, obra de Juan Serrano Salvaje con el que la custodia ganó medio
metro de altura. De este periodo son también las cuatro jarras que aparecen en
las esquinas. Será en el XVIII cuando un artesano del que solo conocemos el
apellido, Campos, realice el tercer cuerpo de estilo barroco, planta cuadrada
con pilastras en las esquinas y 40 cm de alto. En el aparecen medallones
bañados en oro con motivos eucarísticos y la jarra de azucenas, emblema de la
Catedral.
Así
llegamos al siglo XX, casi cuarenta años se dilató el proceso para elegir el
diseño de la cuarta ampliación llevada a cabo en la pieza, se conservan algunos
bocetos en el archivo catedralicio de los artistas Antonio Salazar Capilla y
Miguel Moreno Romera con propuestas muy variadas. Este último sería quien
finalmente en 1992, conmemorando el quinto centenario de la toma de la ciudad,
labrara el actual cuarto cuerpo también en plata. De planta cuadrada con
esquinas achaflanadas mide 1 metro de
alto, presentando tres hornacinas en cada cara en cuyos fondos aparecen los relieves
de algunas iglesias de la ciudad y basílicas romanas. Ante estas aparecen la
reproducción de la Inmaculada de Alonso Cano en el frontal y de los apóstoles en
el resto. En las esquinas, cobijados en grutas rocosas, se sitúan los cuatro
evangelistas. En
dos ocasiones podemos contemplar esta obra por las calles de Granada, en la
mañana del Jueves de Corpus y en la tarde del domingo siguiente en la procesión
de “la Octava”, pero para poder apreciar sus detalles habrá que acercarse al
museo catedralicio donde se expone el primer cuerpo mientras que el resto
permanece todo el año en una de las capillas de la girola.
Para saber más: recomendamos el libro de la doctora Mª del Pilar Bertos Herrera, gran estudiosa
de la orfebrería granadina, que en su libro “La
Custodia del Corpus Christi de Granada” realiza un minucioso análisis de esta pieza y que nos ha servido para la redacción de la entrada.
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