martes, 19 de mayo de 2009

La Casa del Gallo del Viento


Los viajeros que en pasados siglos llegaban a Granada a través del antiguo Camino Real de Santa Fe, hoy Avenida de la Constitución, divisaban en la cima de la colina del Albayzín un viejo caserón que ocupaba el solar donde anteriormente se levantaba un palacio real. Edificado en el siglo XI por el tercer rey de la taifa granadina Badis Ben Abús, perteneciente a la dinastía Zirí, este palacio residencia del monarca se encontraba dentro de los límites de la alcazaba Cadima o vieja. Su nombre, Dar-Dic-roh, le venía dado por una singular veleta que lo coronaba. Según el historiador granadino del siglo XVI Luis Mármol y Carvajal, “en él se ve una torrecilla y sobre ella un caballero vestido a la morisca, sobre un caballo, con una lanza y una adarga embrazada, todo de bronce. Y porque con cualquier pequeño movimiento de aire vuelve aquel caballo el rostro, le llaman los moriscos Dic-roh, que quiere decir gallo de viento”. Y relata a continuación que en la adarga del caballero existía una inscripción donde se leía: “El palacio de la hermosa Granada es digno de elogio. Su talismán da vueltas según las vicisitudes del tiempo hasta que sea azotado por un infortunio que destruirá el palacio y a su dueño”. Así también nos lo relata Washington Irving en sus celebres Cuentos de la Alhambra en los que dedica un capítulo a la leyenda de esta casa. Cuenta el hispanista que esta veleta fue construida por un sabio árabe y que tenía la facultad de señalar la dirección por la que se aproximarían los enemigos que intentaran atacar la ciudad con el fin de prevenir a la población.

En época nazarí perdió importancia al construirse los palacios alhambreños y trasladarse la corte a estos. Tras la caída del reino fue pasando de mano en mano y perdiendo el esplendor pasado, ya en el siglo XVII el genovés Rolando de Levanto, acaudalado comerciante afincado en Granada, reedifica la casa sobre lo poco que quedaba. En el siglo XIX se estableció una fábrica destinada a la confección de velámenes de barcos lo que hizo que el edificio fuera conocido con el nombre de Casa de la Lona, denominación que ha perdurado hasta nuestros días. Posteriormente se convierte en corral de vecinos hasta que en 1975 se demuele debido al peligro de derrumbe del edificio. Hoy en día se conservan los muros exteriores hasta la primera planta y su interior es un vertedero donde se acumulan escombros y basuras mientras que al lado se ha construido un moderno edificio totalmente transgresor con el entorno. Tristemente, como tantos otros, se perdió un rincón cargado de historia, olvidado y abandonado día a día se cae lo poco que queda de él. Las calles adyacentes han heredado los nombres de la casa y hoy podemos subir a la plaza de San Miguel Bajo por el Carril de la Lona y adentrarnos desde la misma por el Callejón del Gallo bordeando el solar de este singular edificio.




Callejón del Gallo

Actual aspecto del solar donde estuvo el palacio de Dar-Dic-roh y posterior casa de la lona. Detrás un nuevo edificio y al fondo la torre de la Iglesia de San Miguel Bajo.

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